El fotógrafo tucumano Pablo Toranzo, de 38 años, realizó un reportaje sobre las condiciones en las que viven los internos dentro del penal de Villa Urquiza, donde logró registrar imágenes escalofriantes.
“En la cárcel de Villa Urquiza, el 70 por ciento de los presos tiene menos de 25 años y el 70 por ciento de las causas está asociada al consumo de estupefacientes. Entonces, el problema no es el motochorro, el problema es el narcotráfico. Si creés que el problema es el motochorro le estás dando la razón a mi mamá. El problema es el paco, porque si hay paco es que hay cocinas de cocaína”, cuenta Pablo Toranzo después de haber hecho 130 visitas a ese penal tucumano a lo largo de nueve meses y de haber sacado la friolera de 15.000 fotografías.
El consumo de la pasta base y cocaína vienen de la mano con otros problemas mayores, como muertes. Tanto por falta de atención a los usuarios como por los ajustes de cuentas entre bandas y casos de gatillo fácil. Todavía falta una investigación seria sobre quiénes tienen las conexiones para que los narcos tucumanos puedan operar no solo en la provincia sino también en Salta, Santiago del Estero y Jujuy, por ejemplo.
Contaba Pablo que él era perseguido por tres guardias dentro del penal ya que querían romper la cámara de fotos y también algún hueso. Sin embargo Pablo se las arregló para seguir sacando fotos. Él es geógrafo, fotógrafo y glaciólogo. Estuvo como cronista de guerra en lugares como Bagdad en 2003, cuando se produjo la invasión de las tropas norteamericanas en Irak.
Luego de ser maltratado y perseguido por la policía por sacar fotos que mostraban la realidad del penal, fue ofrecido a registrar la vida cotidiana en el penal. Sin embargo, los permisos oficiales no fueron suficientes para romper los muros de silencio y los guardias querían terminar con ese reportaje fotográfico a cualquier precio. Con el apoyo de los presos en el penal Pablo siguió registrando toda la cárcel para contar la verdad de como se vive en este cuarto mundo.
“En 2006 era fotógrafo de Greenpeace y fui con un contingente de esa organización a Quebec. Allí tratamos de hacer visible un conflicto sobre unas papeleras. Logramos impedir que saliera un barco que llevaba el producto de la contaminación. Parecía un triunfo. Pero fuimos presos y la fiscal nos acusó de piratería. La condena es de 30 años. Pasé ocho días incomunicado, pero el juicio duró un año y la idea de pasar treinta años en prisión rondaba por mi cabeza”. Ya había estado en El Líbano, Irak y Siria entre otros conflictos. Ya había vivido suficiente para no tenerle miedo a nada. Con su metro ochenta de altura, 100 kg de peso y desde niño enfocado en las artes marciales, Pablo no le temía a nada.
Mirá acá las impactantes fotos que sacó Pablo desde la cárcel:
Fuente: Infobae