El conjunto Xeneize se hizo fuerte en los tiros desde los doce pasos, dejando en el camino al histórico rival y avanzó a los cuartos de final.
Era tan soñado como necesario para Boca superar a River en los octavos de final de la Copa Argentina. Luego de la polémica eliminación en la Libertadores, el conjunto de Miguel Ángel Russo necesitaba una victoria de este tenor.
En un partido donde hubo más tarjetas amarillas que chances de gol, el Xeneize tuvo que aguantar la segunda parte para llevarse la llave desde el punto del penal. Tras el 0-0 en los noventa minutos, Boca se impuso por 4-2 desde los doce pasos y se quedó con el Superclásico.
En cuanto al trámite del partido, los de Russo salieron a jugar corto y dificultar el sistema de juego de River forzaron errores desde la presión alta. Juan Ramírez fue uno de los puntos altos del Xeneize en la primera parte y provocó varias amonestaciones en el rival. Sin embargo, no estuvo fino en los últimos metros y casi no llegó con peligro.
Por su parte, los de Gallardo tuvieron algunas dificultades en defensa, pero también encontraron la jugada de gol más clara cuando, a los 31 minutos, Julián Álvarez se metió dentro del área, enganchó ante la marca de Izquierdoz y tiró un centro rasante. Rossi alcanzó a manotear la pelota y Romero, en primer lugar, y Zuculini, luego, no pudieron anotar el primero.
Al buen planteo inicial de Russo, el equipo le sumó actitud, compromiso, presión, una dosis de furia y hasta de rabia, como si hubiera masticado todo lo que se dijo antes, como si se hubiera devorado las encuestas que no lo daban como favorito, como si hubiera canalizado así todo lo que le pasó en este tiempo afuera de la cancha. Y le hizo bien.
River se sorprendió. No se sintió cómodo con la presión y la fricción de su rival ni tampoco con la cancha. Le costó hacer pie, como si este césped mixto del Único de La Plata que también tiene el Monumental no le resultara familiar. Y le costó, además, hacerse cargo del partido, como favorito, como equipo hecho y derecho, y encima mejor plantado en los papeles.
En ese escenario, con Boca mejor durante la primera media hora, el partido se hizo parejo, intenso, movido, pero a la vez, mal jugado. Hasta que River empezó a tomar las riendas. O mejor dicho, hasta que apareció De la Cruz. El uruguayo suele ser la llave que abre huecos donde no los hay y su aparición equilibró las acciones. Aunque no fue constante.
En el complemento, el elenco de la Ribera pareció salir más desconcentrado y sufrió los primeros minutos. El Millonario tuvo sus chances con Romero, que remató y, luego de que Izquierdoz tape el disparo, Zuculini tomó el rebote pero todo terminó en las manos de Rossi.
La más clara del Xeneize llegó a los 14 cuando Briasco recuperó tras una mala salida de River, pero no pudo terminar bien la jugada. En sintonía con lo que fue la primera mitad, el segundo tiempo careció de situaciones de peligro y llevó la definición de la llave a la tanda de los penales.
Allí, Rojo comenzó convirtiendo y Rossi se lució al taparle el remate a Álvarez. Ese arranque le dio un envión al Xeneize que no falló en ninguno, mientras que Romero tiró directamente afuera el segundo penal de River. Finalmente, Izquierdoz marcó el cuarto y Boca se llevó el Superclásico en el estadio Único de La Plata.
En los cuartos de final de la Copa Argentina, Boca enfrentará a Patronato de Paraná, que viene de vencer en su enfrentamiento ante Villa San Carlos por 1-0 con el tanto de Nicolás Delgadillo.
“Fue el cuarto clásico en el año, muy parejo todo. En algunos pudimos más, tuvimos suerte hoy, gracias a Dios. Se lo merecen por todo lo que hemos sufrido, lo que hemos luchado, la injusticia en la Copa (Libertadores), y nos vamos recuperando de a poco”, expresó el entrenador Miguel Ángel Russo.
Y añadió: “Estoy emocionado por la gente de Boca, que necesita estas cosas. Veníamos de resultados adversos, a nuestra manera vamos cambiando las cosas y eso es clave”.
“Tenemos que mejorar muchas cosas. Nos estamos armando, venimos de muchos golpes, cosas que no esperábamos, pero tengo un grupo muy noble, que quiero mucho, y esto es para toda la gente de Boca. Se lo dedico a ellos y a los que dudan de nosotros. Yo sé que jugamos mal en algún momento, pero todavía estoy en una etapa donde me vibra el corazón y no el celular, y eso es clave”, concluyó, visiblemente emocionado.