Boca tuvo una dura prueba en Brasil frente a Corinthians y se llevó un trascendental empate en los octavos de final de Copa Libertadores.
Boca Juniors validó este martes por la noche con una igualdad sin goles en su visita a Corinthians, en San Pablo, la “vieja importancia” que tenían los empates como visitante por cualquier marcador antes que apareciera la doble validez del gol de visitante, regla esta que quedó extinguida a partir de este arranque de los octavos de final de Copa Libertadores. Por eso cuando la semana próxima los “xeneizes” reciban a los paulistas en la Bombonera seguramente este empate de hoy sí pueda considerarse con el “doble valor” de haberse conseguido fuera de casa, y nada menos que en Brasil.
La postura de Boca incidió para la imagen irresoluta que dejó Corinthians especialmente en el primer tiempo, donde los dirigidos por Sebastián Battaglia dejaron la impresión de ser un equipo en permanente solidificación, sin brillo pero con eficiencia.
Boca se vio como un equipo fortificado del medio hacia atrás que, sin embargo, no declinaba sus opciones de ataque al contar con tres delanteros bien plantados como lo fueron Exequiel Zeballos y Sebastián Villa por los costados, como wines derecho e izquierdo a la vieja usanza futbolera, y un centrodelantero como Darío Benedetto afincado entre ambos. Pero por si esto fuera poco, Boca jugó con un “10” también de “vieja data”, no un enganche típico. Este hombre fue el paraguayo Óscar Romero.
Se podría decir entonces que el Boca de Battaglia que supervisa desde el Cosejo de Fútbol, Juan Román Riquelme, es una imagen reversionada de aquel equipo multiganador de Carlos Bianchi (con las distancias del caso), que juega “a la antigua” para ser efectivo en los tiempos modernos. Y este partido fue una prueba nada menor para este conjunto boquense, porque después de transitar un tiempo bastante prolongado de dudas, hoy empezó a verse a que juega, o pretende hacerlo, en busca de plasmar una idea y a partir de ella ir forjando su propio estilo.
Fue clave, antes, durante y después, la postura colectiva ante un compromiso de fuste frente al segundo del Brasileirao, escolta del bicampeón de América, Palmeiras, que sin embargo dispuso de una ocasión inmejorable para quedarse con todo en las postrimerías del primer tiempo.
Es que hubo una falta penal cometida por Marcos Rojo que convalidó el VAR, que recién empezó a accionar en esta instancia de la competencia, y que el “especialista” Agustín Rossi le contuvo magníficamente a Róger Guedes lanzándose hacia su derecha.
Esta acción y otra salvada justamente por el propio Rojo en el arranque del complemento fueron las dos mayores acciones de riesgo propiciadas por los brasileños.
Mientras que para Boca hubo un tiro libre de Romero que Cassio sacó sobre su ángulo superior izquierdo en el segundo tiempo que también podría haber cambiado el destino del partido.
Pero al final todo quedó como al principio, y Boca, que tuvo la despedida sin ingresar de Eduardo Salvio y se fue del ex Arena Corinthians con un sabor más “cuartofinalista” que cuando llegó ayer a San Pablo.