El legendario vocalista de Black Sabbath, ícono indiscutido del heavy metal, falleció este lunes. Su familia confirmó la triste noticia. Desde 2019, Osbourne luchaba públicamente contra el Parkinson.
Ozzy Osbourne, el carismático vocalista británico y una de las mentes maestras detrás de la creación del heavy metal, “murió este lunes a los 76 años”. Su familia confirmó la desgarradora noticia con un comunicado que rápidamente se viralizó en la prensa internacional, sumiendo al mundo del rock en un profundo luto.
John Michael “Ozzy” Osbourne, nacido un 3 de diciembre de 1948 en Birmingham, Inglaterra, no fue simplemente una figura del rock; fue un fenómeno cultural global, adorado por incontables seguidores a través de las décadas. Su decisiva llegada al frente de Black Sabbath en 1970 no solo reescribió la historia de la música pesada, sino que marcó un antes y un después. Álbumes tan influyentes como Paranoid, Master of Reality y Sabbath Bloody Sabbath no solo establecieron las bases sónicas, sino también la estética visual que definiría al heavy metal.
El legendario cantante libraba desde hacía un largo tiempo una dura batalla contra el Parkinson. Ozzy Osbourne fue diagnosticado con esta enfermedad en “febrero de 2019”, aunque la noticia se hizo pública recién en “enero de 2020”. Su esposa, Sharon Osbourne, había revelado en entrevistas que el diagnóstico inicial de la enfermedad data de 2003, pero fue el propio artista quien lo comunicó al mundo en 2020.
Es crucial comprender que “la enfermedad de Parkinson en sí misma no suele ser la causa directa e inmediata de la muerte”. Las personas con Parkinson pueden tener una esperanza de vida similar a la de la población general, especialmente si responden bien a los tratamientos. Sin embargo, en las etapas avanzadas, las “complicaciones asociadas con la progresión de la enfermedad” pueden ser graves y, lamentablemente, llevar a un desenlace fatal.
En resumen, el Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que empeora con el tiempo, afectando progresivamente la capacidad de movimiento y otras funciones corporales. Si bien no es una enfermedad “mortal” en el sentido de causar una muerte directa por su causa principal, las complicaciones que surgen de su avance pueden ser graves y, en última instancia, llevar al fallecimiento del paciente.