Aquel día de 1976, las fuerzas represivas secuestraron a un grupo de estudiantes de La Plata, jóvenes que se habían organizado para reclamar por sus derechos en un contexto de persecución política.
Detrás de los secuestros y desapariciones que marcaron la historia cruda de nuestro país, los estudiantes tenían una demanda concreta: querían el boleto estudiantil. La “Noche de los Lápices” es mucho más que una historia de aulas y colectivos, es el sello de cómo el compromiso juvenil se impuso ante una dictadura que buscaba “reprimir cualquier expresión de libertad o pensamiento que difiriera del de ellos”.
Durante los inicios de 1976, un grupo de estudiantes de colegios secundarios de La Plata decidió marchar en las calles con el objetivo de reclamar que les reestablecieran el boleto estudiantil. El gobierno de Isabel Perón había tomado la medida de establecerlo en septiembre de 1975, lo que significaba una gran ayuda para los estudiantes y sus familias, pero el golpe militar del año siguiente lo anuló.
Los jóvenes quisieron expresar su desconformidad no solo con la medida del boleto estudiantil, sino también con lo que se vivía en las calles, ya que era una “época marcada por la represión”.
Durante la madrugada del 16 de septiembre de 1976, las fuerzas represivas secuestraron ilegalmente a varios estudiantes de La Plata, jóvenes de 16 a 18 años. Esto marcó un antes y un después y escribió uno de los capítulos más tristes de la historia argentina.