En una ceremonia íntima y cargada de emoción, parte de las cenizas del histórico entrenador fueron esparcidas en La Bombonera, cumpliendo así con su último deseo de descansar en el estadio donde alcanzó la gloria, especialmente con la Copa Libertadores 2007.
El emotivo acto se llevó a cabo en el Estadio Alberto J. Armando (Brandsen 805), con la presencia exclusiva de sus familiares más cercanos, incluyendo a su pareja y a su hijo Ignacio, quien días atrás había conmovido al país al dedicarle un gol a su padre horas después de su muerte. La ceremonia se caracterizó por el profundo respeto y la discreción, en línea con el perfil bajo que siempre distinguió a Russo.
Según reveló el periodista Leandro “Tato” Aguilera, la familia decidió dividir las cenizas del entrenador. Una parte fue destinada al Gigante de Arroyito (Rosario Central), y la otra a La Bombonera, convirtiendo a ambos estadios en símbolos de su conexión eterna con los clubes donde dejó una huella imborrable.

El homenaje coincidió con el entrenamiento del plantel profesional de Boca, lo que propició un encuentro emotivo con Leandro Paredes. El mediocampista campeón del mundo, que no pudo asistir al velorio por estar concentrado con la Selección Argentina en Miami, se acercó al vestuario para brindar sus condolencias personalmente a los familiares de Russo.
“Tenía que venir a despedirme de él, era una persona muy especial”, expresó emocionado el jugador, destacando la importancia de Russo en su vida.
De esta forma, el legado del técnico, asociado a la humildad, el respeto y la pasión por el fútbol, queda físicamente repartido entre dos de los clubes más importantes de su carrera, cerrando un capítulo de dolor con un gesto de profundo amor y gratitud.