El conductor de El Trece volvió a la carga contra el presidente de la AFA con una parodia mordaz. Tras revelar su historial de cartas documento, Pergolini montó un show en vivo para ironizar sobre el insólito homenaje que Estudiantes se vio obligado a rendirle a Rosario Central, ridiculizando los criterios de la dirigencia del fútbol argentino.
La guerra declarada entre Mario Pergolini y Claudio “Chiqui” Tapia sumó un nuevo y picante capítulo. Lejos de amedrentarse tras confesar que el mandamás de la AFA es “el personaje que más cartas documento le envió”, el conductor de Otro Día Perdido (El Trece) redobló la apuesta y apeló a la sátira para castigar la decisión dirigencial que forzó a los jugadores de Estudiantes de La Plata a realizar un controvertido “pasillo” a Rosario Central, equipo que finalmente quedó fuera de la pelea en el Torneo Clausura.
El paso de comedia tuvo lugar este lunes, apenas iniciada la emisión, cuando el presentador irrumpió en el estudio con aires de grandeza, alzando un trofeo en una clara parodia al reconocimiento que la AFA le otorgó al “Canalla” por su sumatoria de puntos antes de la finalización del certamen.
Con la copa bien arriba, Pergolini soltó su primera chicana, autoproclamándose ganador de un galardón irrisorio: “Me nombraron mejor conductor hispanoparlante sub-70 de los últimos seis meses”. La reacción de su equipo —Rada, Laila y la tribuna— fue darle la espalda, replicando la protesta de los futbolistas del “Pincha”, a lo que el conductor remató rápido de reflejos: “Ah, me hacen la gran Estudiantes”.
Acto seguido, el animador profundizó el sarcasmo para justificar su “logro”, trazando un paralelismo con las dudosas métricas del fútbol local: “No se confundan. Me premiaron por mi talento y el éxito del programa. Me sumaron el rating de todas las visualizaciones de todas las redes sociales y soy el campeón de la tele. ¿Qué problema hay? Fue una elección transparente. ¡La gente votó!”, disparó con acidez, mofándose de las explicaciones oficiales sobre los méritos deportivos.
Para cerrar el sketch, Pergolini simuló indignación ante la falta de reconocimiento de sus compañeros y jugó la carta económica para cambiar el clima: “¿No me dejan trunfar? Okey, si quieren lo devuelvo, pero, eso sí, también voy a tener que devolver la guita del premio que iba a repartir con todos ustedes”. La amenaza surtió efecto inmediato y, entre risas, todo el piso se unió en un cántico de cancha al grito de “¡dale campeón!”, sellando el segmento de humor político.