El cordobés ni siquiera ingresó en el triunfo ante Como y su situación en Italia es cada vez más incierta. Con Gasperini marcándole la cancha y el contrato cerca de vencer, en el Xeneize siguen minuto a minuto la novela del campeón del mundo.
La actualidad de Paulo Dybala en la Roma transita por una cornisa y, a miles de kilómetros de distancia, en Boca se enciende la mecha de la ilusión con cada capítulo de esta novela. El delantero cordobés volvió a ver el partido desde afuera en la victoria por 1-0 ante Como y, por primera vez en esta seguidilla negativa, ni siquiera tuvo la chance de saltar al campo desde el banco de suplentes, un gesto técnico que agudiza las incógnitas sobre su rol en el plantel y su continuidad en la capital italiana.
El duelo disputado en el césped del Estadio Olímpico significó la cuarta suplencia al hilo para la “Joya”. Si bien en los compromisos previos había sumado algunos minutos, en esta ocasión Gian Piero Gasperini decidió dejarlo sentado los 90 minutos. En la antesala del choque, el entrenador ya había bajado un mensaje que sonó a advertencia: “Veremos cómo está. Ha tenido un momento positivo, pero el fútbol actual no te permite estar en condiciones precarias. Cuando está bien, no tengo ninguna duda”.
Quedó en evidencia que, para la óptica del DT, Dybala no se encontraba en plenitud física y por eso optó por preservarlo totalmente. Una vez consumado el triunfo, Gasperini intentó suavizar la decisión con elogios hacia el atacante argentino, aunque sin brindar garantías de titularidad. “Esto debe ser un estímulo para Paulo, que es un jugador extraordinario. Cuando está bien y juega, regatea y dispara, no hay nadie en Italia con su calidad. Quizás esté listo para el domingo, veremos cómo entrena”, sostuvo ante los micrófonos.
No obstante, en el clima que se respira hoy en Roma, esas declaraciones parecieron más una formalidad para la prensa que una convicción real, especialmente si se considera el historial de lesiones que persigue al futbolista. A este presente deportivo gris se le adosa un dato no menor: el contrato de Dybala entra en sus últimos seis meses y, al menos por el momento, no asoman indicios concretos de una renovación.
Del otro lado del Atlántico, los medios italianos aseguran que la postura de la Loba habría dado un giro drástico y que la directiva estaría dispuesta a abrirle la puerta de salida una vez que expire su vínculo, desgastada por la intermitencia física del jugador y sus ausencias reiteradas. Este escenario de conflicto es música para los oídos del Consejo de Fútbol en el club de la Ribera.
El “operativo seducción” ya cuenta con agentes internos, como Leandro Paredes, quien manifestó públicamente sus ganas de verlo vestido de azul y oro, sumado a los recientes dichos de Marcelo Delgado que avivaron el fuego. “Ojalá podamos hacer el esfuerzo, más allá de si existe la posibilidad. Lo único que sé es que su contrato vence en junio de 2026. Se evaluará y veremos qué sucede”, reconoció el “Chelo”, dejando la puerta abierta de par en par.
La realidad marca que cualquier ingeniería para repatriar a Dybala dependerá casi exclusivamente de la voluntad del propio protagonista. Los números que maneja en Europa son inalcanzables para la economía del fútbol argentino, por lo que un hipotético retorno solo se concretará si el campeón del mundo pone en la balanza lo emocional y el deseo de jugar en Boca por encima de la billetera. Mientras tanto, cada fin de semana que pasa sin jugar en Roma, la esperanza crece en Brandsen 805.