La caída no solo compromete su continuidad, sino que expone una estadística lapidaria: el Millonario no ha podido ganar ni uno solo de los 11 partidos en los que comenzó perdiendo en lo que va del año. Esta incapacidad de sobreponerse a la adversidad se convirtió en el principal déficit anímico y futbolístico del equipo.

El golpe de la derrota ante Sarmiento de Junín en el Monumental profundizó la crisis de River Plate, llevando a Marcelo Gallardo a una posición de inédito cuestionamiento como DT. La obligación de ganar un título antes de fin de año para asegurar la clasificación a la Copa Libertadores 2026 se ha vuelto una urgencia, pero el problema inmediato que debe resolver el Muñeco es la falta de reacción de su equipo.

El patrón de la derrota ante Sarmiento resultó ser un déjà vu para los hinchas: un inicio esperanzador, seguido de una meseta, un gol en contra “fuera de contexto” y una caída final casi inevitable. La clave es que cada vez que un rival abrió el marcador, el equipo de Gallardo se quedó sin nada, o casi nada.

Desde que comenzó el año, River arrancó abajo en el marcador en 11 oportunidades. El saldo es dramático y demuestra la incapacidad de revertir la situación: no logró ganar en ninguna de esas 11 ocasiones.

De esos partidos, el Millonario logró empatar en cinco y perdió en los seis restantes. Incluso las igualdades tuvieron sabor a frustración, ya que el 1-1 agónico ante Platense por el Torneo Apertura terminó con la eliminación de River por penales. El 2-2 ante Rosario Central, si bien fue un buen regreso al ponerse 2-1, culminó en un empate frustrante. La única excepción con sabor a triunfo fue el 2-2 ante Independiente del Valle en Ecuador, donde el equipo se recuperó de un 0-2 inicial.

Más allá de las estadísticas, este dato confirma lo que se percibe en el Monumental: River no sabe sobreponerse a las adversidades. Con solo cuatro partidos por jugar en el Clausura y la semifinal de Copa Argentina ante Independiente Rivadavia en el horizonte, Gallardo tiene un trabajo urgente por delante, no solo en lo futbolístico, sino especialmente en el aspecto anímico, para que su equipo aprenda a sufrir y a salir adelante.