La algarabía de los defensores del aborto legal, seguro y gratuito, fueron los manifestantes nucleados bajo el lema “Defendamos las dos vidas”. Ubicados desde Hipólito Yrigoyen hacia Belgrano, los llamados grupos “pro vida” se sumergieron en un mar de silencio y desolación.
Allí también hubo llantos, pero no de alegría. “Yo como mujer no me siento identificada con la matanza, siento mucho dolor”, aseguró Fabiana, quien llegó de Salta con varios compañeros de una parroquia.
Apenas unas cien personas esperaron allí la votación. Conocido el resultado, un grupo de quince se arrodilló ante las puertas del anexo del Senado. Con una imagen de Cristo, rezaron entre llantos, mientras una monja se tomaba el crucifijo y gritaba.
Hubo también algún momento de tensión cuando un par de chicas con los pañuelos verdes que ya se iban de la plaza, fueron cruzadas por un hombre que les gritó “asesinas”.
Fuente: Télam